La Lección aprendida puede entenderse como el conocimiento derivado del resultado sin precedentes, tanto del éxito como del fracaso, de una actividad organizacional. Se espera que la reutilización de los conocimientos adquiridos traiga beneficios a la organización. Por lo tanto, el enfoque en registrar y reutilizar el conocimiento generado, implementar nuevas prácticas organizacionales, cambiar las prácticas existentes, se vuelve sustancial y muy recomendable. Sin embargo, hay muy pocos casos de organizaciones en las que existan rutinas efectivas y sistemáticas para el tratamiento de las Lecciones Aprendidas. Aún menos expresivos son los casos en que se miden los beneficios resultantes de su aplicación.
De esta manera, la conocida práctica de aprendizaje y cambio organizacional termina siendo realizada solo "pro forma", para vender la idea de que existe una adhesión a las prácticas de Gestión de Proyectos reconocidas por el mercado.
¿Por qué sucede esto? Las razones son diversas y trascienden las diferentes esferas organizativas. Una de las causas principales puede considerarse la ausencia de un modelo de gobernanza que sistematice el ciclo completo de las Lecciones Aprendidas. Tener procesos y responsabilidades claramente definidos permite el monitoreo de las actividades y la coordinación de los recursos necesarios, además de permitir la evaluación de los resultados de su aplicación. Las partes interesadas deben conocer el proceso y sus responsabilidades asociadas con su ejecución. Un enfoque común y sistemático también permite que el proceso se mejore continuamente, maximizando sus resultados.
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